August 28, 2007

26 de agosto de 2007 - Elizabeth Gibbs Zehnder

Lucas 13:10-17

Preparación:
Seguro
Tu intención fue
Cuando la levantaste
A ella
Hace mucho
Para tu gloria
Oh, Compasivo
No una mujer
Son que todas las mujeres
Se enderezaron
De formas no enderezables.

--Miriam Therese Winter


No tengo demasiada oportunidad de ver muchas novelas. Es una pena, porque me gustan los argumentos: Cómo la pobre y dulce mucama de campo se enamora del hijo del empresario rico y se casan contra los deseos de los padres.

Este pasaje de Lucas serviría para hacer una novela fantástica: no porque haya ninguna escena romántica con Jesús o con ninguna otra persona . . . sino porque a una mujer inválida, que no tiene de qué valerse, sin ninguna esperanza de sanidad, a quien todas las personas ignoran, Jesús le presta atención: el Hijo de Dios. La sanidad y la nueva vida triunfan por encima de las reglas y reglamentos opresivos. ¡Yo veo a Jesús descripto de forma tal que se transforma en mi héroe!

Uno se lo puede imaginar. Esta mujer, inválida y jorobada, torcida, algo que hace 18 años que ocurre cada domingo, entra silenciosamente al templo, llega un poco tarde porque camina tan lentamente y si llega después que el servicio haya comenzado, sabe que no tendrá que hablar con nadie. Realmente nadie se lo diría a la cara, pero casi todos/as en el templo dan por sentado que ella debe haber cometido un pecado terrible, escandaloso para que Dios le haya dado tal enfermedad y haberle torcido la espalda así. Todos y todas tratan de ver si pueden indagar y enterarse de detalles al hablar con ella, y a ella no le gusta hablar con personas que sean tan juzgadoras y duras dentro de sus corazones, por lo tanto, evita hacer conversación.

Esta mañana vino arrastrando los pies hasta su asiento habitual en la parte de atrás. Estaba tan acostumbrada a ser invisible que se alarmó cuando Jesús la llamó. Alzó la vista para estar segura de que le estaba hablando a ella cuando le dijo: “Estás libre de tu mal”. No estaba segura qué le estaba ocurriendo cuando él le impuso las manos, pero después ella sintió la liberación de la sanidad corriendo por su cuerpo. Se le enderezó la espalda, como si hubiera sido de propio acuerdo. Dio un grito de gratitud y alabó a Dios: toda la gente que estaba por ahí, al ver lo que ocurrió, comenzó a hacer lo mismo y toda el templo irrumpió en alabanza.

Tratar de encontrar nuestro lugar en el texto es un ejercicio útil, para probar distintos Puntos de Vista. Al entrar en la experiencia de la mujer encorvada, torcida, podemos pensar en las cosas que nos tuercen a cada uno/a de nosotros/as.

· A veces es nuestro trabajo: Recuerdo a un vecino de hace unos años atrás en Mariposa que trabajaba en la industria de la indumentaria (del vestido). El taller donde él trabajaba, lavaba ropa de jean (de mezclilla) y él rociaba el ácido sobre los jeans. Con el pasar de los años, se le torció la mano en forma permanente por tanto apretar el disparador del rociador. Cuando lo conocí, ya no podía abrir la mano totalmente. Nuestro trabajo le impone un costo a nuestros cuerpos y los tuerce. Hay veces que lo que nos trae carga es el temor a perder un trabajo.

· A veces es nuestro lugar en la sociedad lo que nos da el sentimiento de fragilidad.

- La preocupación sobre la Inmigración.

- La amenza de la deportación y de tener que reajustar toda una forma de vida para evitar la migra. El simple hecho de caminar por la calle nos hace sentir ya no tan seguros/as, y rondan los rumores de que se hizo una redada en tal lugar o en aquella calle. Y en poco tiempo todo se deforma en este esfuerzo por conservar todo aquéllo por lo que trabajamos tan arduamente.

Nuestros cuerpos y nuestro espíritu se tuercen. Tal como la mujer que estaba jorobada, torcida. No es que estemos quejándonos, estamos agradecidos/as a Dios por nuestro trabajo, nuestas familias, nuestros hogares, nuestras vidas. Pero a veces la carga es más pesada de lo que podemos soportar, y comienza a quebrantarnos, y su peso nos aplasta. Y de a poco, la gente se acostumbra a vernos todos/as torcidos/as, jorobados/as y nos sentimos aplastados/as por el peso, y rápidamente pasan 18 años y nadie se acuerda de nuestro verdadero “yo”, todo lo que recordamos es la sombra quebrantada, torcida, de quien solíamos ser.

Pero luego nos ve Jesús. Y esta es la forma en que Jesús puede ver: él ve el exterior, la caparazón quebrantada y torcida, pero él también ve el interior, él puede ver la luz de quiénes somos en realidad, sin importar qué tan tenue se haya vuelto esa luz. Y con una palabra, y con la imposición de manos, Jesus nos libera de la prisión de lo que nos ha estado quebrantando: ya sean nuestros temores o nuestras luchas, ¡y somos sanos/as!

La palabra griega del texto original que usa Lucas para describir la sanidad es inusual. Dado el contexto, podríamos suponer que Lucas usaría la palabra “sanidad”, pero la frase griega en realidad es “estás libre de tu mal”. Liberado/a: la misma palabra que se usa para “liberación” y para “soltar”, como si una paloma hubiese sido soltada de una jaula.

¡Qué maravilla! ¡Jesús sanó a una mujer que había sufrido tanto, por tanto tiempo! ¡Quedó libre de su sufrimiento, fue liberada! ¡Podríamos imaginarnos que todos/as los que estaban allí se estarían regocijando y alabando a Dios! Podríamos terminarlo aquí, y este pasaje sería una novelita feliz.

Pero eso no es lo que ocurrió; bien, por lo menos no fue así para el líder de la sinagoga. Antes que podamos entrar en su punto de visita necesitamos entender un poco con respecto de las leyes religiosos del tiempo de Jesus.

Ellos ha tenido el entendiamento que no es bueno a trabajar en el dia sabado. Como dios ha hecho toda de la creacion entre 6 dias y come dios ha tomado un descanso el septima dia, tambien es bueno para nosotros a trabajar los 6 dias y descansar el septima dia. Ellos cuenten los dias en una manara differente de nosotros y para ellos Sabado fue el dia de descanzo. Ellos van al Templo para servicios, pero ellos no van a trabajar. Hay libros y libros escrito de la tema “Que significa trabajo y que es descanso” – Como indico Jesus en el texto de Lucas hoy – ellos han dicido que fue ok para cuidar los animales el dia santo.

Para nosotros, es dificil a sentir la importancia que tuvieron estas leyes. Para nosotros, son reglas superficiales, regalas que podemos recuardar, pero no son reglas que vivan endentro nuestros corazones.

Algunos de ustedes juegan futbal? El soccor? Cuando un soccor player reciben la pelote, es algo instintivo a cambiar su postura para reciber la pelota sin el uso de las manos. Ellos usan su cabeza, sus pies, sus piernes, pero nunca las manos. Y si alguien esta jugando contra mi equippo (team) y el usa la mano para manipular el pelota – ovidalo! No es una infracion technical - Voy a sentir la injusticia en mi corozon!

Eso es la reacion del lider del sinogoga contra Jesus...El no pueda aceptar esta mala interpretacion de la ley de Dios

Éste comienza a tratar de pelear con Jesús. Por encima de los felices clamores de alabanza, reniega a la multitud: “Recuerden, es el Sábado: hay que trabajar 6 días y descansar el 7. Es casi como si estuviera diciendo, “Ella ha estado así por 18 AÑOS, ¿qué tanto problema hubiera sido regresar mañana (18 años y 12 horas más), que no es Sábado, y que Jesús la hubiera sanado entonces? Jesús no hizo bien en trabajar de esa forma, ¡esa es una sanidad IN-documentada! ¡Esa es una sanidad ILEGAL!

La gente comenzó a observarlo, todos/as con la cara roja, y luego se dan vuelta para ver cómo va a reaccionar Jesús . . . ¿pedirá disculpas Jesús? Después de todo . . . es Sábado y no se debe trabajar . . .

¿Será que Jesús va a volverse atrás y Des-sanarla, y torcerle la espalda nuevamente? . . . El líder de la sinagoga puso realmente a Jesús en su lugar.

Jesús da vuelta todo y se la devuelve: ¡Estás loco! Le darías comida a tu buey y a tu asno el Sábado. Permites que se haga eso según la ley del Sábado, y eso bien se puede decir que es “trabajo”. ¿Cómo puedes negarle a esta mujer, que es hija del pacto, y obviamente más importante para Dios que un asno, que quede libre en este mismo momento?

Pero, Jesús ¿12 horas más? Podrías haber evitado todo este conflicto si hubieras esperado sólo 12 horas para hacer exactamente lo que hiciste en el Sábado. Por supuesto que Dios desea dar sanidad, pero en el momento y el lugar debidos . . . debes ser razonable, Jesús.

Pero quizá Jesús teía que enseñar algo más grande, tal como Elvira Orellana tuvo que enseñar algo más grande el domingo pasado. Quizá Jesús tenía que hacer algo tan radical que marcaría una distinción más clara entre el nuevo orden que estaba predicando y el viejo orden que había existido.

Al mirar más de cerca, el líder de la Sinagoga y Jesús comenzaron con mucho en común. Ambos amaban a Dios con todo su corazón, alma y mente. Ambos concordaban en que este amor a Dios se debe mostrar en nuestras acciones con otras personas. Pero en lo que sigue es donde Jesús y el líder se separan.

En cuanto al líder de la Sinagoga, bueno, él creía que lo que Dios más desea de nosotros es obediencia. Y él creía que la forma en que él podía mostrar su amor por Dios más claramente era obedeciendo los mandatos de Dios. Así que cuando la ley de Dios decía: “no trabajarás el Sábado”, él iba a amar a Dios obedeciendo la ley, sin importar quién debía esperar sanidad.

Ahora bien, antes de que comencemos a ver a este líder de la Sinagoga como el malo de la novela, debemos respirar hondo y reconocer que a menudo nosotros nos parecemos bastante a él. Nosotros también nos hemos acostumbrado y sentido cómodos con la manera en que la iglesia funciona y la forma en que los cristianos “deben” comportarse y nos incomoda cuando la gente quebranta leyes tácitas. Cuando alguien no espera en la línea del café después del servicio, o quizá cuando suena el celular de alguien durante el sermón. Parte de nosotros siente que se le está faltando el respeto a Dios por ese comportamiento inadecuado y nos sentimos indignados/as. Así que, tratemos de buscar un lugarcito tierno en nuestro corazón para el líder de la Sinagoga; él se está esforzando y lo está haciendo por amor a Dios.

Es obvio decir esto, pero queda muy claro que Jesús veía todo el asunto de manera muy distinta. Jesús también amaba a Dios con todo su corazón, y alma, y mente. Jesús también creía en la importancia de obedecer la ley de Dios y vivir como Dios desea. Pero Jesús estaba enseñando algo distinto sobre qué era lo que Dios ve como lo más importante. Jesús estaba enseñando que lo que Dios más desea de nuestra parte es el amor. La ley y los mandamientos son útiles para guiarnos a amar y cuidar unos/as de otros/as, pero son el medio, no el fin. Jesús está enseñando un mensaje radicalmente nuevo: que Dios quiere que cuidemos de los/as demás . . . no que estén en línea.

Me imagino que la tensión entre Jesús y el líder de la Sinagoga se elevó bastante. Me pregunto si en el transcurso de ese día, después que todo se calmó, el líder de la Sinagoga se sintió avergonzado por haber llegado a oponerse a que se sanara a la mujer.

Me pregunto qué es lo que la mujer pensaba de todo esto, si encontró libertad espiritual después de haber sido liberada de su mal.

Me pregunto si Jesús había previsto el impacto que tendrían sus palabras, si podría comprender qué tan radical nos resulta dejar lo predecible y la comodidad de un mundo que se rige por la ley, donde todo nos parece ser blanco y negro para abrazar a un mundo donde la generosidad y la dádiva, la restauración y la sanidad y el aliento y la renovación son lo corriente . . .

Para algunos/as de nosotros/as, es un horror dejar la seguridad del mundo regido por la ley. Cuando todo es blanco o negro, queda claro que “we stand in terms of God”.

Cuando dejamos eso y adoptamos lo que Jesús está diciendo, es más difícil tener puntos de referencia. Debemos confiar en el amor de Dios por cada uno/as de nosotros/as cada minuto de cada día. Es igual a la diferencia entre nadar en una piscina interior y nadar en el mar. Cuando estamos en la piscina, claro que sentimos lo fresco del agua y su falta de peso, y tenemos los límites de los costados de la piscina y nuestros pies sienten las tejas suaves al fondo de la piscina, y un filtro quita las impurezas del agua. Es predecible nadar en una piscina, tanto como se puede predecir vivir la vida atados a la ley, ganando nuestro lugar en el corazón de Dios por medio de hacer el bien y ser buenos.

Pero bien, cuando nadamos en el mar es un asunto totalmente distinto. Las olas nos golpean, las algas marinas se nos pegan a los pies, las conchillas nos cortan los pies, a veces una ola nos lleva hacia donde no queremos ir Y cuando flotamos y sentimos el flujo de la enormidad de lo vasto del océano nos encontramos que nos sostiene algo mucho más grande y más poderoso que nosotros mismos, nos podemos encontrar rinidiéndonos, y entrando al flujo de la vida. Nadar en el mar es algo que no se puede predecir ni se puede controlar, tanto así como es incontrolable e impredecible vivir una vida de amor, confiar en que el amor de Dios ha puesto el sello de Dios en nuestros corazones y que por siempre y para siempre vamos a pertenecer a Dios: ya sea que nos den tickets por estacionamiento, ya sea que tengamos documentos o no, o que busquemos sanidad en el Sábado.

En unos momentos, al estar en el Servicio de Todos/as Juntos/as, vamos a tener un servicio de sanidad y oración. Les invito a hacerse un tiempo para considerar las maneras en que se pueden encontrar a ustedes mismos/as; como la mujer en el Evangelio, considerar las cosas que esta mañqna les hacen encorvar. ¿Cuál ha sido tu carga? ¿Cómo esa carga te ha cambiado? Y luego, muévete a la segunda parte del pasaje, y comienza a pensar en la sanidad y plenitud que Jesús quiere restaurar en ti, no importa cuáles leyes se han violado.

Vivamos juntos en el amor que Dios tiene por cada uno de nosotros.

Amén