Hoy nos encontramos en un momento muy interesante para tratar el tema del impacto de la muerte. Hace cinco dias celebramos el asesinato del Monseñor Romero. En tres dias celebramos la lucha de Cesar Chavez para la justicia para los obreros campesinos en California. La siguiente semana recordamos la muerte de Jesus, que murio para iluminar el camino a la vida a través de la muerte. Estos tres casos, entre muchos otros, nos enseñan la verdad del versiculo central del pasaje que leimos: “a menos que un grano de trigo cae a la tierra y muere, permanence como un grano; pero si muere, da mucho fruto.” Las vidas de Romero, Chavez y Jesus testifican a esa verdad. El efecto multiplicador de entregar la vida es lo que se nota en el record de cada uno de ellos.
Pero, no es una verdad que facilmente incorporamos a nuestras vidas, por mas ejemplos que se multipliquen a través de la historia. Resistimos la muerte a cualquier costo. No queremos creer que la muerte de alguien importante puede traer algo todavia mas impactante que su vida. Romero hablo de resucitar en el pueblo Salvadoreño. Algunos dirian que esa profecia se cumplio en las elecciones de este mes. Cuando creemos que nuestras vidas y nuestro trabajo son mas importantes que la vision de Dios mismo, tenemos que meditar sobre testigos como Romero, Chavez y Jesus.
También vale la pena meditar sobre la realidad de la vida misma. La verdad es que partes de nosotros estamos muriendo a cada momento. Mueren mas o menos 100,000 células en nuestros cuerpos cada Segundo. Afortunadamente, un numero igual de células se reproducen en un cuerpo saludable. Cuerpos saludables tienen este ciclo constante de células que mueren y nuevas que renacen. De hecho, las celulas que no se mueren en este ciclo normal crean problemas – nos llevan a enfermedades como el cancer que en sî es la situacion de células que no responden a los mensajes del cerebro que deben apagarse.
Aunque esta realidad esta arraigada en la realidad fisica, nuestra resistencia de permitir que ciertas cosas mueran es principalmente una enfermedad espiritual. La resistencia de perdonar lleva a la muerte de relaciones, mientras el enojo y la amargura estorban el espiritu como un cancer. Agarrar los remordimientos ahorca la esperanza antes de que pueda levantarnos a una nueva vida. Tratar de controlar eventos y a otras personas lleva a la frustracion, el estres excesivo, y el agotamiento. El perdon y soltar control son practicas espirituales en el arte de morir para que la nueva vida abunde.
La ironia es que los dos grupos de personas que aceptan esta verdad mas facilmente son los misticos y los pecadores. Los misticos dejan de proteger y defender su ego porque han tenido experiencias trascendentales de lo absoluto, lo santo o Dios. Una vez transformados asi, ya no pueden tomar tan en serio la parte que resiste la muerte. Los que saben que son pecadores reconocen que no han podido hacer la danza de la vida “correctamente” con tal que no vale la pena disfrazar su ser verdadero. Dejan de buscar la perfeccion o alguna ciencia o conducta superior. Se colapsan en una identidad mas profunda de quienes son en Dios.
Aqui creo que es importante traer las palabras de Jesus cuando dijo, “Siento en este momento una angustia terrible!” Muchas veces nuestro concepto de Jesus no permite que Jesus cuestione el camino de la cruz como nosotros. Pero no podemos evitar que aqui los esta cuestionando. Es cierto que no se queda alli, y eso es a donde tenemos que llegar. Pero muchas veces tratamos de ir directamente a la moral de la historia sin pasar por el terreno de la lucha interna. Me allegro mucho que Juan incluye esta linea en su evangelio, porque me invita a enfrentar mi resistencia donde realmente habita – dentro de mi mas profundo ser, no solo en el nivel de la ética.
En mi testimonio yo hablo de dos conversions a la justicia y la lucha contra la pobreza. Una conversion fue ética y la otra espiritual… Si nos quedamos al nivel moral no tocamos el fondo de nuestra resistencia para liberarnos a la busqueda de la verdad.
Antes de proceder quiero aclarar que, por mas importante que sea dejar de resistir la muerte, encontrar significado en la vida no siempre requiere una muerte literal, sino una muerte a nuestro sentido de insignificancia. Nuestro gran temor no es solo a la muerte sino a la posibilidad de que cada uno de nosotros esta aqui para lograr algo grande. Cuando Jesus dijo, “Ustedes haran cosas mas grandes que yo porque yo envio mi Espiritu”, quiso decir que cuando cada uno de nosotros se atreve actuar con denuedo y sencillez, el mundo cambia.
Hay una historia que demuestra la sencillez de este impacto. “En un barrio pobre de una ciudad distante, vivía una niñita.
Ella iba a la escuela local. Su familia no se preocupaba mucho de ella, razón por la que casi siempre andaba sucia. Sus ropas eran muy viejas y maltrechas.
La maestra estaba triste con la situación de la niña.
‘¿Cómo puede ser que una niñita tan bonita venga a la escuela tan mal arreglada?’
Separó un poco de dinero de su sueldo y, aunque con dificultad, resolvió comprarle un vestido nuevo. La niña estaba linda con ese vestido azul.
Cuando la madre vio a su hija con aquel lindo vestido azul, sintió que era lamentable que su hija, vistiendo aquel traje nuevo, fuese tan sucia para la escuela. Por eso, comenzó a bañarla todos los días, peinarle sus cabellos, cortar sus uñas.
Cuando terminó la semana, el padre dijo: ‘querida, ¿no encuentras vergonzoso que nuestra hija, siendo tan bonita y bien arreglada, viva en un lugar como éste, cayéndose de a poco? ¿Qué te parece si arreglamos la casa? En las horas libres, yo voy a pintar las paredes, arreglar la cerca y plantar un jardín’.
En poco tiempo, la casa se destacaba en la pequeña villa debido a la belleza de las flores que inundaban el jardín, y el cuidado en todos los detalles. A los vecinos les dio vergüenza el vivir en casas tan feas y decidieron también arreglar las suyas, plantar flores, usar pintura y creatividad.
En poco tiempo, todo el barrio estaba transformado.
Una persona, que acompañaba los esfuerzos y las luchas de aquella gente, pensó que ellos bien se merecían una ayuda de las autoridades. Fue al municipio para exponer sus ideas y salió de allí con autorización para formar una comisión para estudiar las mejorías que serían necesarias para el barrio.
La calle de barro y lodo fue substituida por asfalto y las veredas de piedra. El alcantarillado fue canalizado y el barrio recibió aires de ciudadanía.
Y todo comenzó con un vestido azul...
No era la intención de aquella maestra arreglar toda la calle, ni crear un organismo que socorriese al barrio. Ella hizo lo que podía, contribuyó con su parte. Hizo el primer movimiento que terminó haciendo que otras personas se motivasen para luchar por mejoras.
¿Será que cada un/a de nosotros/as está haciendo su parte en el lugar en que vive?
¿Acaso somos de aquellos/as que solamente señalamos los hoyos de la calle, los/as niños/as sueltos/as sin escuela y la violencia del tránsito?
Recordemos que es difícil cambiar el estado total de las cosas. Que es difícil limpiar toda la calle, pero es fácil barrer nuestras veredas.
Es difícil reconstruir un planeta, pero es posible dar un vestido azul.
En el pasaje de Juan, la reflexion de Jesus sobre la muerte fue provocada por la llegada de unos griegos que querian verlo. ¿Qué curioso, no? ¿Qué sabia Jesus que le llevo a esa reflexion? La teología de la cruz es siempre una amenaza a los sistemas de poder que, cuantos más absolutos más oprimen y más absolutamente excluyen. La condena a muerte en la cruz por subversivo y la resurrección como expresión visible del apoyo de Dios siguen siendo un escándalo y deben continuar siendo un escándalo y una amenaza a todas las ortodoxias políticas y teológicas que se sienten dueños de la verdad.
La proclamación de una comunidad radicalmente inclusive implicita en la llegada de los griegos preanuncia la cruz para Jesus. La tarea pastoral y de comunión con las personas y los grupos en situación de vulnerabilidad son y deben ser una amenaza a los sistemas de exclusión. Sabemos muy bien que las inclusiones no son fácilmente aceptadas y las inclusiones incondicionales aún menos. Aceptar el desafío nos lleva a un proceso de cambios de modelos y acciones que no habíamos pensado.
Siempre tenemos la tentación de querer vivir como cristianos y cristianas en la comodidad de saber que todos nos aceptan, comprenden y quieren, sin paradojas ni escándalos.
En estos momentos vienen a la memoria la escena en la cual san Francisco de Asís reconoce su profundo rechazo y repugnancia hacia los leprosos de su tiempo y se obliga en una perspectiva de cruz a abrazar y besar a aquel leproso que se le interpone en el camino. Sabemos muy bien que ese abrazo y ese beso provocaron una radical conversión en Francisco. No sabemos que le pasó al leproso. El abrazo cambio a Francisco y es muy posible que haya producido muy pocos cambios en el leproso.