October 2, 2007

30 de septiembre de 2007 - El mismo sentir, diferentes opiniones - Frank Alton

Filipenses 2:1-15

¿Es posible que personas se queden juntas cuando están en desacuerdo sobre asuntos que consideran centrales a su vida? Hablo de parejas, familias, comunidades y naciones. Todos sabemos que sí pueden. Pero también sabemos que no siempre lo hacen. En mi familia daba susto pelear. Generalmente llevaba a una rotura temporal en la relación. Mi hermana y yo peleábamos mucho. Al principio nos costaba semanas reconciliar. Después costaba meses o años para volver a la relación. La familia con quien vivo ahora es diferente. Mis hijos pueden estar gritando, y 5 minutos después están abrazándose. Me ha tomado años darme cuenta que un pleito entre mis hijos o con mis hijos no iba a crear una alienación semi-permanente.

¿Cómo se manejaban los pleitos en tu familia? Pregunto porque creo que la respuesta dice mucho sobre como peleamos en la iglesia. Tras los años la gente ha discutido muchos asuntos en la iglesia. Todavía lo hacemos. Algunos parecen ridículos; otros todavía se toman en serio. ¿Pueden gente de color y gente blanca adorar a Dios en la misma iglesia? ¿Está bien que las mujeres usan pantalones en la iglesia? ¿Debemos callar a los niños en la iglesia? ¿Las mujeres pueden ser pastores? ¿Debemos permitir que gente divorciada sea ancianos y diáconos?

Hoy escuchamos muchas noticias sobre iglesias que se dividen o amenazan dividir sobre el asunto del sexo. En las últimas décadas el debate ha girado en torno al sexo entre personas del mismo género – hombres con hombres, mujeres con mujeres. Hace poco escuché a un obispo Luterano hacer una broma con la audiencia, señalando lo fácil que es para la gente heterosexual enfocar la atención sobre las prácticas sexuales de la gente homosexual para que no tenga que enfrentar todos los asuntos relacionados con su propia sexualidad. La verdad es que la mayoría de iglesias nunca hablan del sexo, a menos que sea para prohibirlo. Mucha gente preferiría que siguiera así, igual que preferiría que la iglesia nunca hablaría de la política, la economía o la guerra. La gente tiende a pelear sobre esos temas. ¿Quién quiere más razones para pelear en la iglesia?

¿Es cierto que tenemos que hablar sobre nuestros desacuerdos en la iglesia? La gente a veces me dice, “No vengo a la iglesia para escuchar sobre la política y el sexo. Voy para salir de todo esto.” Una vez a la semana quieren escapar la violencia y disgusto del resto del mundo para escuchar una palabra de esperanza y consuelo. ¿Alguna vez has sentido así? Yo sé que sí. Me simpatizo con ese sentir. Oigan: yo soy la persona que algunos quieren que hable más sobre el sexo y otros que hable menos. Y yo no lo encuentro fácil hablar del sexo. Cuando yo era niño no se hablaba del sexo en compañía mixta. Pero veo lo que está pasando a la iglesia y al mundo porque no estamos hablando del sexo, y no está bonito.

Apenas a noche me acordé. Estaba distribuyendo volantes cerca del Parque LaFayette sobre una vigilia que íbamos a tener para un hombre matado el jueves en la mañana al salir del Winchell’s en la Hoover y séptima. Tenía mi camisa clerical que uso para eventos públicos donde ayuda a la gente enfocarse en cosas espirituales fuera del templo. Entregué unos volantes a un grupo de hombres embriagados. Uno me miró y dijo, “¿Por qué debo ir con usted? ¿No es uno de los que abusan a los niños?”

Esto pasa porque la iglesia no ha sabido hablar sobre el sexo y tratar el tema en la iglesia. ¿Todos los sacerdotes abusan niños? Por supuesto que no. ¿Todos los que abusan niños son homosexuales? Tampoco. Hemos escuchado esto mucho desde el anuncio que hay una persona en nuestra comunidad que fue arrestado hace 22 años por abusar a un niño. Pero la verdad es que es mucho más probable que un niño sea abusado por una persona heterosexual. Es difícil cambiar los estereotipos cuando no hablamos del sexo.

En Immanuel hemos decidido que no podemos esperar más. El Consistorio se ha comprometido invitar a la congregación participar en conversaciones sobre el sexo durante este año. Tenemos que hablar sobre la orientación sexual porque es un tema tan controversial. Pero nunca entenderemos la orientación sexual si no ampliamos la conversación para incluir otros aspectos del sexo – incluyendo nuestras propias luchas en esa área de la vida. Por la mayoría de su historia la iglesia ha puesto el sexo en la categoría de prohibiciones en vez de cosas para celebrar. Es hora de cambiar esto.

Pero al preparar l conversación el Consistorio se dio cuenta que antes debemos invertir tiempo pensando en como mantener nuestra unidad mientras discutimos. El sexo no es el único tema que discutimos en Immanuel. Solo es uno que evoca mucha pasión. También tenemos diferencias de opinión sobre la inmigración. He tenido que responder a preguntas de miembros sobre por qué estamos hospedando a Yolanda en la iglesia cuando el gobierno le ha dado orden de deportación. Tenemos que hablar.

Pero mientras discutimos tenemos que vivir en una manera que tenga integridad. Immanuel se ha atrevido cuestionar la autoridad cuando la autoridad pide que actuemos en maneras que creemos que nos lleva a desobedecer la enseñanza de Jesús. Mucho antes de que yo empecé a ser pastor aquí, Immanuel estaba ordenando e instalando como diáconos y ancianos a personas de varias orientaciones sexuales. Algunos miembros todavía no están de acuerdo con esa práctica. La Iglesia Presbiteriana misma no ha resuelto la pregunta. Mientras tanto, en la mayoría de las iglesias, la gente gay, lesbiana, bisexual y transgénera son marginadas. Así no es como Jesús trataba a la gente. Por eso, tenemos una práctica diferente en Immanuel. Los miembros no tienen que estar de acuerdo con nuestras pólizas y prácticas. Tienen el derecho de luchar para cambiarlas. Pero en el camino tenemos que mantener el respeto mutuo para todos.

Lo mismo pasa con la inmigración. El Consistorio ha aprobado pólizas que apoyan a los indocumentados. Nos unimos al Movimiento de Santuario para poner esas pólizas en práctica. ¿Por qué? Porque en la misma manera que los líderes religiosos no han llegado a un acuerdo sobre la orientación sexual, los líderes políticos no encuentran un acuerdo sobre pólizas justas de inmigración. Mientras tanto, millones de inmigrantes viven situaciones degradantes y amenazadoras. Así no es como Jesús trataba a la gente. Entonces hospedamos a Yolanda porque creemos que hay una ley más alta de compasión, y algunos tenemos que experimentar con alternativas creativas.

A pesar de estas pólizas y prácticas radicales, la congregación no ha tenido mucha conversación ni sobre la sexualidad ni sobre la inmigración. Algunos ni están enterados. Otros están en desacuerdo. Tenemos que actuar aún cuando no hemos logrado un acuerdo. No podemos ordenar y no ordenar gays, lesbianas, bisexuales y personas transgéneras. Y no podemos tanto apoyar y no apoyar a los indocumentados. Entonces hemos implementado pólizas y prácticas sin discutirlas mucho en la congregación. Esto está a punto de cambiar.

Hoy estamos iniciando un proceso en tres partes para ayudarnos a manejar las diferencias mientras vivimos juntos. La primera parte va a llevarse a cabo este otoño, culminando en una reafirmación de nuestros votos bautismales en enero. Vamos a estar aprendiendo unos a otros como hemos manejado nuestras diferencias. Todos lo hacemos; no hay solo una manera correcta. Entonces vamos a aprender unos de otros. Luego, en la segunda parte de enero empezaremos una serie de conversaciones sobre el sexo, aplicando algo de lo que hemos aprendido unos de otros sobre como mantener la unidad mientras tenemos diferentes opiniones. Finalmente, en la primavera, el Consistorio tomará unas decisiones sobre la manera en que vamos a manejar nuestra identidad pública como una iglesia que da la bienvenida a gente de todas las orientaciones sexuales.

Quiero preparar el camino para las conversaciones en esta mañana. En el pasaje de Filipenses Pablo dijo que es posible tener el mismo sentir aún cuando la gente tiene diferentes opiniones sobre algo. Hubo algún conflicto serio en la iglesia en Filipos. Pablo parece estar diciendo que no tenían que estar de acuerdo sobre el asunto para mantener la unidad de la iglesia.
¿Qué significa esto? La mayoría de nosotros anhelamos una comunidad que nos ofrece ánimo, consolación, compasión y empatía.(vs. 1) Los pleitos amenazan eso. Entonces Pablo nos invita a tener el mismo sentir que Jesús. Con esa frase se refiere a unas actitudes y acciones específicas, que forman la base de las pólizas y prácticas de la comunidad. Primero (vs 3-4) nos anima buscar lo valioso en cada uno e interesarnos en lo que le interese al otro. Esto significa cambiar una perspectiva competita de la comunidad a una más cooperativa. Si honrar a otro al valorarlo/la más hace que yo sea menos honorado, no lo voy a hacer. Una perspectiva cooperativa permite que todos sean honrados.

El segundo paso es más arriesgado. Jesús soltó lo que parecía ser su recurso más valioso: la igualdad con Dios. Y no solo soltó un poco. No se convirtió en un rey humano en vez de divino. Se convirtió en un esclavo y criminal. Francamente, la mayoría de nosotros no vamos a entregar tanto. Pero sí podemos reconocer que el camino hacia ser más humano se dirige hacia abajo en vez de hacia arriba. Podemos empezar a arriesgar (vs. 6) soltar cosas que hemos valorado mucho – poder, reputación, riqueza y creencias. Podemos (vs. 7) vaciarnos de un sentido de superioridad moralista al darnos cuenta que ciertos aspectos de la moralidad son mas fáciles dependiendo de su trasfondo. Es más fácil entregar poder si ya has tenido poder. Es mas fácil arriesgar su reputación si nunca ha tenido que ganarla. Es más fácil cambiar de opinion si nunca fuiste rechazado por su familia por hacerlo. Es más fácil para algunos ver a inmigrantes sin papeles con una moralidad inferior, y para otros ver a la gente gay con una moralidad inferior. El sentir de Jesús no mira a la gente en términos de superioridad o inferioridad moral. Ese sentir es tanto valiente como paciente sobre este camino hacia ser más humano.

El tercer paso tiene que ver con como opera esto en la comunidad. Debemos ocuparnos de nuestra salvación (vs. 12) en vez de ponerlo en piloto automático. Por demasiado tiempo la iglesia ha enseñado que lo único que tenemos que hacer para ser salvos es convertirnos en cristianos, memorizar algunas doctrinas, seguir unas reglas y no cambiar de opinión una vez convertidos. Esto no vale para cristianos. Pablo urge a la gente a ocuparse de su salvación con temor y temblor. Da susto cambiar de creencias. Da ansiedad tener que tomar decisiones éticas en areas donde la Biblia no ofrece claridad. Pero no estamos solos. Dios está trabajando en nosotros. No dependemos solamente de un libro escrito hace miles de años. El Espíritu de Dios sigue guiándonos a la verdad. Claro, uno nunca sabe exactamente donde el Espíritu te va a llevar. Los libros son más seguros. Pero Jesús nunca prometió que el camino sería sin peligros.
Cuando tenemos esta perspectiva de la vida cristiana – que es más un camino que un destino – podermos empezar a discutir sin quejas ni contiendas. (vs. 14) Para Pablo eso es lo que nos hace “intachables y puros hijos de Dios que brillamos como estrellas en el mundo (vs. 15). No es la pureza moral que nos hace intachable e inocente. Es el rechazo a las quejas y contiendas. ¿No sería eso una correccion que ayudaría en un momento cuando los cristianos se conocen más por su juicio que por su amor; por oponerse a la legislación contra las crímenes de odio para poder seguir predicando contra ciertos grupos?

Quiero terminar esta mañana diciendo que he visto el sentir de Jesús en Immanuel. No cada parte del cuadro está en su lugar, pero hay miradas de como se ve. La gente que tiene fuertes desacuerdos sobre algo se tratan con compasión cuando haya una necesidad. Personas que chismosean o atacan por la espalda a otros demuestran lealtad cuando uno de ellos está en peligro. Parece que hay muchas maneras de “tener el mismo sentir.” Pero todos tiene que ver con poner el ejercicio de amor por encima de tener la misma opinión sobre algo. Les invito a tener el sentir de Jesús al caminar juntos a través de terreno que nos da miedo. Ocupémonos en nuestra salvación con temor y temblor.